De alegoría religiosa a metáfora monárquica, para acabar en fetiche nacionalista.
Recuerda Javier Barraycoa en su imprescindible Cataluña Hispana que el Pi de les tres branques es una maravilla de la naturaleza, una conífera de 25 metros cuyo tronco se divide en 3 perfectas ramificaciones. En el siglo XVIII los campesinos vieron en él un símbolo de la Santísima Trinidad, hasta el punto que en 1746 el obispo de Solsona concedió 30 días de indulgencia por el rezo de 3 credos en el paraje. Durante el siglo XIX, el pino atrajo encuentros carlistas en Campllong y siguió la devoción popular.
En 1888 Verdaguer, impresionado por el pino, escribió un poemita con el siguiente argumento: siendo niño el rey Jaime I viajaba hacia Monzón desde Narbona y se detuvo a descansar cerca de Berga. Allí soñó que se le daban 3 ramas, que significaban 3 reinos para su corona. En la poesía, el acompañante del rey dice: «Roguemos para que este pino sea el árbol sagrado de la Patria». Nada más.
El árbol murió en 1913. Poco a poco los catalanistas transformaron la simbología religiosa en icono político: el árbol ya no representaría a la Trinidad, sino a los «Països Catalans» (Catalunya, País Valencià, Illes Balears). En los años 80 dejó de ser un lugar de ambiente religioso para convertirse en centro de peregrinación nacionalista, con varios heridos en cada ocasión debido a luchas partidistas.
El Pi de les tres branques representa muy bien el caso del nacionalismo catalán: una ideología que sustituye el espíritu religioso del pueblo catalán, que funciona como religión secular, y que normalmente acaba dividiéndose. Ahora unos gamberros han talado una de las ramas; ¿acabará el nacionalismo rompiendo la convivencia catalana.
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En el pueblo de Istán, en mi provincia de Málaga, tenemos el llamado «castaño santo de Istán», con una edad de ocho siglos a diez siglos, según los especialistas. El mismo Fernando el Católico celebró allí una misa. Árbol espectacular, tiene sus leyendas. Pero eso, leyendas, no convertidas en lecturas interesadas o visiones.
Qué miedo da la manipulación nacionalista….