El pobrecillo juglar de Dios que nos enseñó a ser ricos en la pobreza.

Era rico y guapo, y por Dios se desnudó, besó a un leproso y se entregó al amor que no defrauda.

Dijo Chesterton en su ensayo sobre el santo que San Francisco de Asís «fue un trovador, fue un enamorado. Fue un enamorado de Dios y fue real y verdaderamente un enamorado de los hombres. (…) Un enamorado de los hombres viene a ser casi lo contrario que un filántropo (…) Se podría decir que un filántropo ama a los antropoides. Pero así como San Francisco no amó a la humanidad sino a los hombres, así tampoco amó el cristianismo sino a Cristo. Diga el que así lo crea que fue un lunático que amaba a una persona imaginaria; pero a una persona imaginaria, no una idea imaginaria (…) Su religión no era como una teoría sino como una historia de amor«.

Sigue el inglés explicando que la misión de San Francisco fue acabar definitivamente con el paganismo que divinizaba la naturaleza y la colectividad de modo panteísta: «San Francisco no quería ver el bosque en lugar de los árboles. Quería ver cada uno de los árboles como una cosa separada y casi sagrada, por ser hijo de Dios y por lo tanto hermano o hermana del hombre». Quina lliçó sobre el nacionalisme la del teu patró, oi Quico Homs?

Chesterton dijo también en su libro sobre el pobrecillo de Asís que «los hombres no creen porque no quieren ensanchar su pensamiento (…) no son lo bastante católicos para ser católicos«. Per això avui els dolços, catòlics febles però alegres, volem eixamplar el pensament i fer festa, i felicitem els Cescs, Pacos, Ciscos, Quicos, Frans, Curros i Paquites.

¡Felicidades Franciscos y Franciscas!

Dolça i franciscana Catalunya…

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