El nacionalisme destrueix les tradicions catalanes.

En la primavera de 1997 el catedrático de Metafísica catalán Francisco Canals Vidal publicó en la revista de reflexión política y religiosa Catholica un artículo en francés titulado Le catalanisme. Hi llegim un diagnòstic político-cultural-religiós ben interessant:

« En cierto modo, el nacionalismo catalán hoy hegemónico en la vida política, ha podido llevar a su culmen el disimulo prácticamente total de todo lo que, desde el fin de la Edad Media hasta nuestros días, funda la continuidad de la Cataluña tradicional. El catalanismo empuja a los catalanes a avergonzarse de lo que han sido, a disimular todo lo que en su historia no se conforma con la «Catalunya de paper» que Torras y Bages denunciaba como forjada por una falsa filosofía. De esta manera el catalanismo se erigió contra la tradición catalana tal como la veía este venerable obispo, que por otro lado definía admirablemente a España como un ‘conjunto de pueblos unidos por la divina providencia».

Rompiendo con esta visión, los intelectuales manipuladores de nuestra conciencia colectiva halagan a nuestro pueblo con el extraño argumento de presentarlo como una excepcional avanzadilla de la ‘Europa moderna’ en lo que ellos llaman Estado español. (…) En fin, el idealismo romántico que inspira al nacionalismo relativiza y subordina al mito metafísico de la «nacionalidad» todos los bienes humanos, naturales y sobrenaturales. De esta manera, el pretexto de la creación de un «país», de construcción de la nación, es en la práctica un factor de desintegración de la vida familiar, de desorientación del pensamiento como aprehensión de la realidad, de disimulo de la memoria histórica, y un factor de desintegración de la doctrina e incluso de la fe católica y de la teología (…)

Por lo demás, es un hecho que algunos poderes autonómicos, como el de Cataluña y el País Vasco, han adquirido la capacidad de tener una influencia hegemónica sobre la vida social, económica, cultural y religiosa de sus respectivas poblaciones, con una profundidad y una intensidad uniformadora según los ideales nacionalistas, casi sin precedentes incluso en el jacobinismo y el nacionalismo español anteriores».

En resum: el nacionalisme és una ideologia del segle XIX, contrària a la personalitat històrica i real de Catalunya, que sustituye a Dios por idoletes de gabinete como Lanació y Lallengua, a los cuales todo debe someterse.

Lo comprobamos estos días en las cartitas que envía la Generalitat a sus funcionarios para felicitarles no se sabe qué «fiestas»:

• Pere Aragonès ni menciona el significado cristiano de la Navidad, solo una excusa para «construir lanació».
• El Governet llena la fachada de la Generalitat de mensajes «navideños»… que son el programa nacionalista.
• Su Departamento de Educación en Gerona felicita «les festes del solstici d’hivern», como los paganos del siglo IV antes de Cristo, los druidas, las brujillas o los caníbales mesoamericanos. Meravellós nacional-progressisme.

Què vol dir tot això? Pues muy sencillo. El nacionalismo -i qualsevol ideologia- rechaza la herencia cultural surgida del cristianismo y abomina de la civilización cristiana que conformó Cataluña, España y Europa. L’únic déu és Lanació, i la Gene el seu profeta. Por eso cada año nos felicitan efusivamente el ramadán.

I així el nacionalisme, presentant-se com el protector de Catalunya, esdevé en realitat el seu paralitzador i enterrador. Como decía Thibon, toda idolatría acaba exterminando el ídolo que venera. O como decía Chesterton «Abole a Dios, y el gobierno será Dios».

Vivim lo que som amb joia, celebremos lo que nos eleva y hace mejores, riámonos de los idoletes de la Gene y adoremos al Dios que se hace niño. ¡Feliz Navidad, dolços!

Dolça i cristiana Catalunya…

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